Entramos a la semana más preciosa de la historia de la humanidad.
La semana en la que el Amor de Dios fue manifestado como jamás ninguna mente humana había concebido.
Dios, encarnado, cargando nuestra vergüenza y pecado. El Creador de todo siendo crucificado por su creación. El Verbo eterno siendo insultado por lenguas humanas. El Sanador siendo herido. El Salvador siendo condenado… Jamás nadie había conocido tal expresión de amor. Tan pura, tan salvaje, tan dócil y tan poderosa a la vez. Todos aquellos que llegan a contemplar y aceptar este sacrificio de amor, son restaurados y salvados. Es tan sencillo como levantar la mirada de aquello que nos distrae, atrapa y roba la esperanza, y fijarla en Cristo y en su amor revolucionario.
Esta semana será una semana de milagros. Sigamos levantando el nombre de Jesús como Iglesia.
Juan y Damsy.